Simón Miller continúa con la apreciación de una estética que tiene que ver con el lugar de donde es oriundo, nos hizo pasear por las películas de Los Ángeles en la primavera y ahora para el otoño preparó una mezcla distinta pero con cara de Street style, como venía haciendo.
Trajo un aspecto vinculado a un paisaje seco de montaña. Para eso utilizó una paleta de neutros cálidos, marrones oscuros, arenas y mostaza, pero con irrupciones de color que parecieran ser de la vegetación y de los carteles de las Rutas (que aportan puntos saturados de color como fucsia y celeste).
En los conjuntos total Denim colocó vivos a contracolor para delinear los conjuntos homogéneos. En lo que es lavandería realizó bases chatas sobre tejidos sin mucho efecto. La paleta va desde un celeste muy claro hasta azules medios y negros con lavados estáticos. En general mantuvo efectos más lisos con excepciones de roturas sectorizadas, lijados con contraste en zonas específicas y algunos lavados más artesanales como el salpicado de pintura a mano.
Usa los colores plásticos invocando un estilo más disco que se potenció con la nueva colección de joyería de acrílico que desarrolló la marca.
En moldería desarrolló estructuras más rígidas pero continuando con el cuerpo, y logró volumen con superposición de estampados retro, como cuadrille. También cargó los conjuntos con glitter y prendas de punto con densidad.
En lo que es Denim optó por molderías tipo Flair más holgados. Molderías rectas con botas anchas y otras prendas inferiores con caja más ancha y cuadrada. Mantuvo dos tipos de alturas en tiro; una más baja, de silueta holgada y con el tiro caído. Y una segunda más adherente al cuerpo, con el tiro más alto y la pierna adherente en el muslo pero con la botamanga recta.